domingo, 20 de febrero de 2011

Capítulo 4. De la primera y casi única derrota (hasta hoy) de Dániel siendo rey.

En los primeros meses de su reinado Dániel, gobernó con mano firme extendiendo la única fé entre sus súbditos.  Controlaba y dominaba con mano férrea los Consejos del Reino, donde tenía una mayoría controlada y nadie osaba contradecir sus designios. Tras numerosas sesiones donde impuso su criterio sin el menor esfuerzo, confundió consenso con miedo, y envalentonado, decidió cambiar la Constitución del Reino para mejor conseguir sus fines. Pero en el Senado, donde debían discutirse los cambios constitucionales por una mayoría cualificada había sido elegido en la época de Gregorio I, y Dániel no contaba con dicha mayoría. Pero Dániel era orgulloso y después de pasearse por el Consejo del Reino sin ningún problema, presentó a la consideración del Senado los cambios constitucionales que él entendía como fundamentales para el futuro el Reino.
Pero como luego ocurriría muchas veces, los deseos de Dániel eran coincidentes con el pensamiento de los Hombres Puros, pero normalmente no agradaban a Jurisconsultos y Artistas. Y los bárbaros,… bueno, los bárbaros estaban siempre divididos guerreando entre ellos y no serían un problema. Despuntado, mucho más listo que su Rey, le recomendó que no se presentara en el Senado sin cocinar los asuntos, por lo menos, con los Jurisconsultos, muy hábiles en el manejo de la palabra, que podían ponerle en algún aprieto dialectico en la discusión de enmiendas. Pero Dániel iba sobrado: “Por Hirsch, Despuntado, si tengo razón, porqué voy a perder mi tiempo con esa partida de casposos”. Y así se presentó en el Senado.
Y ocurrió algo inusitado. Jurisconsultos y Bárbaros, viendo que los cambios propuestos por Dániel ibas a ser muy perjudiciales para todos, se aliaron. Dániel no daba crédito, pero eso ocurrió. Por primera y única vez, dos linajes totalmente incompatibles, unidos por una causa común. “No es posible lo que me está pasando” pensaba Dániel. “¿Porqué no me avisaste?” le preguntó a Despuntado. “Mi señor, te previne a tiempo, pero no me oíste”.  Pero Däniel no veía ni escuchaba. Perdería esa batalla, pero no la guerra. Al acabar la jornada volvió al salón del trono y se autofustigó la espalda con la edición en papel del último número de Nature hasta que casi se hizo sangre. Había perdido, pero aprendería de esta humillación.
Y Dániel aprendió. Y a partir de ese momento fue pasito a pasito comprando voluntades. Cercenando cualquier intento de sublevación. Acabando con cualquier incipiente conato de discordia en contra de su voluntad.
Nunca volvió a perder una votación en ningún órgano colegiado. Bueno, casi...

(CONTINUARÁ)

8 comentarios:

  1. Ahora se entiende esto:

    ¿Se haría Vd. alguna autocrítica?
    Claro que si. He cometido errores por inexperiencia, especialmente al principio de mi mandato. Por ejemplo, pense que si recibía a todo el que lo solicitase me llegarían de forma natural los problemas que irían surgiendo. Ahora se que hay que dedicar tiempo a buscar la opinión de los que sufren los problemas, profesores, pas y estudiantes y hay que crear espacios y oportunidades donde puedan darte su opinión sincera, que es imprescindible para mejorar las cosas. También he aprendido que tan importante como hacer las cosas es explicarlas, y que todos entiendan las razones para hacerlas y los resultados, buenos o malos, que se van obteniendo.

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  2. Algunas batallas más perdió Dàniel:
    la elección de los 'Seis Sumos Pontífices' en el Senado, y también una muy dolorosa y pública como fue la elección del 'Defensor del Reino'.

    Eso sí, no debe olvidarse también (amén de la unión de Bárbaros y Jurisconsultos) el papel que ha desempeñado en este tiempo el Pueblo (que no aparece mucho en la historia, pero que en algún momento cuenta, cuando menos se le espere)

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  3. Violín, tiene vuesa merced toda la razón (ya he cambiado el post!!!), no me acordaba de la elección del Defensor del Reino!!! (vaya fallo, el mal de Al'ceimer, muy extendido en Carloszree a veces me acomete). No conozco el episodio de los seis sumos pontífices, pero si tiene a bien vuesa merced me puede informar por e-milio. Y el pueblo, el pueblo... ya hablará (espero).

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  4. disculpe S.R. Excelencia... pero mi torpeza (no soy excelente) me impide conocer la dirección emiliana :)

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  5. Querido CarlosTercero,

    también deberías apuntar alguna derrota más. En el consejo de los Juriconsultos y Hombres Puros, Dániel de Pena intentó imponer como sumo sacerdote a un prohombre de los Hombres Puros, que fue vapuleado en la justa electoral por un hidalgo juriconsulto, Encarnado. Ver a su prohombre derrotado por un hidalgo fue una humillación suprema y nunca más se supo del prohombre. Y en el consejo de la tribu de los artistas, fracasó con estrépito intentando evitar que el prohombre apodado Alcázar, que había llegado pocos años atrás de la colina Complutensis, fuera el nuevo sumo sacerdote. Su ministra de propaganda, de la tribu de los artistas, fue también ridiculizada siendo expulsada del Senado y del consejo de la tribu.

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  6. Certo, certo... a lo añadido por 'lacasadelfinde' puede unirse alguna derrota más:
    Walthari vio derrumbado uno de los pilares de su apisonadora: 'Honorum Programun'

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  7. carlos.zree@gmail.com

    Me estáis ilustrando sobremanera y espero poder incluir en esta magna historia los acontecimientos que tan a bien tenéis relatarme...

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