miércoles, 26 de octubre de 2011

Capítulo 47. Dániel vuelve al castillo de los Estocásticos.

Hacía tíempo que Dániel no pasaba por la Cámara de los Elegidos del castillo de los estocásticos. Últimamente no le venían de su casa más que disgustos. Él, que tan a gusto se movía en su nube de excelencia, premios y alabanzas (tan bien diseminadas por los órganos de propaganda de Chorches), no podía sino sentir pesar cuando le llegaban noticias de su propia casta (y eso que últimamente se sentía más Chicago que Estocástico).

En la tranquilidad de la Cámara de los Elegidos reflexionaba con su fiel Despuntado. “¡Qué duro es el papel de líder de la manada!. Por más que nos afanemos en transmitir los valores de Hirchs, al final las nuevas generaciones nunca están a la altura de las circunstancias. Mira Alfanje, su única misión era infiltrarse entre los Desafectos y averiguar quien anda detrás del infesto pasquín y ha fracasado. Y ahora que la Justa Electoral está olvidada, la verdad, ya no me sirve para nada. No va a pasar de aprendiz en toda su vida. Discrieto no ha sido capaz de meter en verada a los estocásticos críticos. Ha sido un Jefe de Armas ineficaz. Escoming, después de todo lo que he peleado por él, sigue sin involucrarse en impartir disciplina entre los jóvenes holgazanes, solo se interesa por sus bisnes. Elvirilla y Ruaca no solo no están a la altura de las circunstancias, sino que incluso a veces se permiten discrepar en público de mis decisiones. ¡Después de darles premios y honores que no merecían…!”

“No te castigues Dániel, ya sabes que la ingratitud está en los genes de todos los habitantes de Carloszree, y nos llega ahora a nuestra propia casa. La gente es insaciable y cuanto más les dás, más quieren y siempre pensarán que no son dádivas, sino méritos propios”, susurró Despuntado. Y añadió “mira el caso de Cilantra”.

“¿Qué quieres decir con lo de Cilantra?”, saltó Dániel como movido por un resorte.

“Pues eso, con el pastizal de vellón que se está llevando en sus tareas de Mamporrera y encima no hace más que darme la matraca con lo de su promoción a Promujer” respondió Despuntado.

“¡Cilantra es de la vieja guardia, y los servicios prestados al Rey no pueden valorarse!!!”, aulló el Rey, “tiene que ser Promujer”.

“Pero Dániel, Cilantra ahora tiene carácter de Servidumbre y se hace complejo que pueda concursar para ser Promujer”

“¿Acaso importan las reglas?. ¿No es acaso el Rey quien nombra y desnombra a quien el Rey considera oportuno?. La desnombramos para que pueda acceder a Promujer y cuando alcance ese status la volvemos a nombrar Mamporrera”.

“Pero Dániel, eso va a traer muchas críticas a tu gestión. No podemos presumir de azote de la endogamia y luego en nuestra propia casa…” osó decir Despuntado. Inmediatamente se arrepintió. 

Dániel le dirigió una mirada acerada y dijo con solemnidad:

“¿Tu también Bruto?”.

Despuntado supo en ese momento que Dániel podía también ser implacable con él y sintió miedo.

(CONTINUARÁ)

miércoles, 19 de octubre de 2011

Capítulo 46. Las nuevas castas de Carloszree

Transcurrían los días en Carloszree sin que nada importante aconteciera. Los Hombres Puros prevalecían sobre el resto de los ciudadanos tal y como era de esperar después de la aplicación sistemática de la práctica excelente bajo la mano férrea de Dániel y sus ministros. Dániel I, también conocido por el Déspota o el Sátrapa, el que pudo ser Dániel el Breve, en tan solo unos años había convertido el Reino en un inmenso corral donde unos incentivados pastores guiaban a los rebaños por los adecuados senderos de la excelencia, de acuerdo con los cánones hopusinos. Tras un periodo donde algunos ministros conservaban algún rasgo singular que los diferenciaba entre sí y de su señor, Dániel había conseguido que todo su equipo estuviera formado por pequeños Dánieles que en sus respectivos ámbitos jurisdiccionales actuaran también aplicando las maneras y formas del rey. En la mayoría de los casos, llamar ámbito jurisdiccional a las pequeñas parcelas de poder de los ministros, resultaba sumamente generoso, porque el Rey acostumbraba a meter su nariz, y su mano, en cualquier asunto del reino, ya que su naturaleza desconfiada (fruto de su intrínseca inseguridad) le impulsaba a controlarlo todo. Los ministros daban por buena esa pérdida de poder en favor del Rey, porque este les dejaba campar por sus territorios (ducados y condados) cometiendo cualquier tropelía, siempre y cuando no tocaran los privilegios del Rey. Esto hacía que a veces las razias ministeriales se convirtieran en acciones de tierra quemada, provocando gran desánimo y frustración en la población.


Y el pueblo sobrevivía, algunos a duras penas. El pueblo, antaño dividido por castas, que a su vez se dividían en clases (prohombres, hidalgos,…), ahora era como si todo se hubiera fundido en dos nuevas especies: los Afectos al Rey y los Desafectos del Rey, no existía término medio. Dentro de los Afectos al Rey había dos clases: la clase dominante o clase alta y los parias. Los desafectos eran todos parias. Para Dániel y sus ministros, la Servidumbre era como si no existiera. No les consideraban parte del pueblo y únicamente se acordaba de ellos cuando algo no funcionaba a satisfacción de sus caprichos. Aun así, dentro de la Servidumbre se había replicado el nuevo sistema de clases y los había Afines al Rey (normalmente en las jerarquías altas de las haciendas) y parias. Para Dániel todos ellos eran Innombrables.


A los Afectos al Rey, no les faltaba de nada. Daba igual que fueran Hombres Puros, Artistas, Jurisconsultos o Bárbaros. Todos habían adoptado costumbres y hábitos de Hombres Puros. Adoraban el JCR como tótem y repetían permanentemente jaculatorias en loor de Hirsch. Empezaban el día con la Oración de Dániel y si al acabar la jornada no habían mejorado algún indicador de excelencia hopusina, se fustigaban la espalda o se ponían durante un tiempo un cilicio allí donde más daño hace. A cambio de esa pérdida de identidad, todos habían visto crecer sus patrimonios en los años de reinado de Dániel, y muchos incluso le debían más que su patrimonio, al ser Dániel el único responsable de su mejora y reconocimiento social fruto de las prebendas y favores del Rey. Gracias al Rey habían llegado a Prohombres, o habían conseguido un Condado o Señorío. Le debían fidelidad eterna, y se la demostraban con una sumisión imperecedera. Dániel, en los últimos tiempos urgía a Chorches para que acabara su evangelio, lo que permitiría una mejor difusión de la “palabra de Dániel”, y había pensado seriamente en instituir la figura de “profetas de Dániel”, Hombres Puros de sangre limpia capaces de llevar lejos la palabra divina. Quizás nombrara a Goldado, que ya ejercía el papel de profeta de forma discrecional, Sumo Sacerdote de la nueva casta de Profetas.


Por otro lado, los Desafectos al Rey, vivían en la oscuridad. No tenían privilegio alguno y ningún mecanismo de protesta. Tan pronto un Desafecto (fuera Hombre Puro, que también los había, Artista, Jurisconsulto o Bárbaro) trataba de acometer un acto de protesta por cualquier felonía que hubiera sufrido o padecido, era laminado por el poder del Rey de forma contundente y despiadada. Tal era el afán justiciero del Rey y sus ministros al aplicar su peculiar justicia, que cualquiera que intentara algún tipo de reclamación, salía tan perjudicado, que el ejemplo hacía que nadie a su alrededor se planteara realizar nada parecido. En los Parlamentos del Reino, por tanto, eran muy pocas las voces que se atrevían a discrepar de las actuaciones del Rey, y aquellos que se atrevían a hacerlo, eran señalados como apestados.


Mientras el Rey planificaba su futuro analizando estocásticamente todas las variables dependientes y vinculando las acciones a tomar con las soluciones ligadas a la mayor de las probabilidades de éxito, independientemente de a quién hubiera que pisarle el cuello.


(CONTINUARÁ)

domingo, 9 de octubre de 2011

Capítulo 45. Carloszree, el reino excelente y transparente.

NO DEJEN VUESAS MERCEDES DE LEER LAS NUEVAS ENTREGAS EN EL BLOG PARALELO HISTORIAS DE CARLOSZREE

“Despuntado, creo que debemos modernizar nuestros mantras”, le dijo súbitamente Dániel a su fiel vasallo. “Hasta nuestros ministros que no son Hombres Puros los repiten de forma mecánica, sin ninguna pasión. Está claro que solo para los Hopus el Gisier es el fin de sus vidas y no solo un medio para conseguir un fín. Para el resto de chusma que habita nuestro preciado reino disimula fervor para conseguir mi gracia, pero no creen en la excelencia ni en los caminos que he diseñado para alcanzarla”.

“A qué te refieres, mi Rey”, preguntó con precaución Despuntado.

“Según Alfanje, a mis espaldas solo se escuchan blasfemias en contra de nuestro profeta, el gran Hirsch, y nuestros descreídos súbditos no paran de quejarse de falta de transparencia. ¡Falta de transparencia, cuando nunca ha habido un reinado más transparente!”. “¡Me llaman ‘el sátrapa’!!!”. Y en ese momento el Rey cayó en un profundo trance. Con los ojos en blanco, repetía sin cesar “Transsssparenciaaa, transsssparenciaaa, transsssparenciaaa,…”.

Estaba Despuntado pensando en zarandearle cuando Dániel volvió en sí. “Transparencia, este será nuestro nuevo mantra”. Despuntado no entendía nada, y farfulló: “Pero si, pero si, pero si…”.

“¡Basta!” aulló Dániel. “A partir de ahora vamos a instaurar un protocolo para la buena praxis transsssparennnte”.

“Tu dirás, Dániel”.

“A partir de ahora, este será el procedimiento de instauración y conversión de cualquiera de mis ideas en leyes de Carloszree”:
1.       “El Rey genera una idea.
2.       Despuntado o Jisus Market, dependiendo del perfil de la idea, elaboran un reglamento, donde los principales puntos o bien se maquillan o bien se esconden de forma deliberada.
3.       Se distribuye el documento entre los Prohombres más significativos. He aquí el primer signo de mi magnánima transsssparenciaaaa. En este punto, lo normal es que haya algún tipo de protesta pero no muchas porque la verdad no se deja ver en el documento.
4.       Cuando se haya serenado el patio, y justo veinte días antes del Consejo del Reino donde se apruebe la futura ley, se saca un documento distinto (aunque obviamente no el definitivo) a información pública. He aquí el segundo signo de mi magnánima transssparenciaa. El anuncio se hará en el más recóndito lugar del reino para evitar que nadie se percate del documento. De todas formas, como no es el definitivo, da un poco igual, al menos sirve para entretener y desgastar a los posibles críticos.
5.       El día del Consejo del Reino, se presenta el documento definitivo donde mis ideas quedan perfectamente plasmadas. Normalmente nadie se dará cuenta de que no es el mismo documento, pero si alguien protesta, ya me encargo yo de afearle en público cualquier posible crítica. ¡Qué mayor muestra de transsssparenciaaa que permitir al pueblo discutir el documento en el Consejo del Reino! ¡He aquí el máximo signo de la transparencia del Rey!!!.
Chorches, en los medios de propaganda del Reino, haciendo gala del último signo magnánimo de transssssparenciaaa difunde al populacho, esta vez si, en un mensaje dirigido a todo el universo, el acuerdo discutido y aprobado en el Consejo del Reino con la participación y aprobación de todos”.

“A ver, ¿quién se va a quejar ahora de falta de transparencia? Vamos, Despuntado, repite conmigo: transsssparenciaaa, transsssparenciaaaa, transssparencia,… ” 

(CONINUARÁ)

domingo, 2 de octubre de 2011

Capítulo 44: Dániel, el Sátrapa

Después del periodo veraniego (Dániel nunca tomaba vacaciones, solo se desubicaba para poder pensar y programar mejor los destinos de Carloszree sin las interrupciones que conllevan el día a día del ejercicio del poder absoluto), Dániel se sentía pletórico para llevar adelante todas sus ambiciones. Sus reflexiones en la sabana africana le habían aclarado, definitivamente, dos cosas: 1) era imposible alcanzar la excelencia absoluta en Carloszree y, 2) para acercarse mínimamente a ese objetivo utópico, haría falta un periodo mucho más largo que cuatro años y con una mano férrea como la suya que fuera capaz de imponer, por la fuerza, las medidas necesarias.

Solo los Hombres Puros estaban llamados a alcanzar la excelencia, de eso ya no le cabía ninguna duda.  Como era imposible exterminar o expulsar del reino al resto de castas (aunque en lo más recóndito de su mente aun albergaba alguna posible solución, lo que él llamaba la ‘solucion final’), había que adaptar el reino lo más posible a la naturaleza y las formas de trabajar de los Hombres Puros.

Ya había impuesto la moda boloñesa con los uniformes apropiados, los que tan bien encajan en los cuerpos gloriosos de los Hopus. Hasta había conseguido imponer la regulación para los trabajos de fin de grado que mejor convenía, sin que los apestosos Bárbaros, que llevaban haciéndolo de forma errónea más de 100 años, ni siquiera protestaran. Tenía que llegar él, el preclaro Dániel, a enseñarles cómo se hacen las cosas. Una vez domeñado el ámbito de los discípulos,  era hora de meter en cintura el ámbito de los aprendices, por lo que a partir de ahora Walthari iba a dedicar a ese empeño toda su energía.

Ya había conseguido cambiar el mapa de enseñanzas, especialmente en Lega, para permitirle  herramientas de premio a los fieles y de castigo a los descreídos. Gracias a las nuevas enseñanzas por él impuestas, sus amigos eran mucho más grandes y fidelizados con su causa, y sus enemigos más pobres y con la cabeza más agachada.

Ya había empezado la expansión del reino más allá de los territorios del Sur con la conquista de Campusfour, al tiempo que seguía adelante el plan de desaparición y, quien sabe, venta de Colmenalejos.

Ya había conseguido controlar todos los ámbitos del Reino donde en su día hubo algún atisbo de democracia. Los consejos de jurisconsultos, bárbaros o artistas, habían pasado a ser meros órganos administrativos sin ninguna competencia legislativa, y el Consejo de Reino, lo tenía tan controlado y dominado, que no había ninguna posibilidad de que una decisión suya no pudiera ponerse en práctica tras democráticas votaciones que él ganaba por aclamación. Los órganos consultivos previstos por la Constitución de Carloszree y de los que tanto presumía en la campaña para la Justa Electoral, nunca eran convocados.

Para continuar y afinar su política de palo y zanahoria, había encargado a Despuntado un vuelta de tuerca más en la normativa de premios e incentivos para Prohombres e Hidalgos. La única manera de acercarse a la excelencia es haciendo que todo el mundo viva, trabaje y produzca igual que los Hombres Puros.  Por tanto, el sistema de incentivos deberá ir convergiendo hacia los parámetros de medida de los Hombres Puros.  Si en la primera normativa hubo atisbos de cuestionarla por parte de Jurisconsultos y Bárbaros, esta vez nadie abriría la boca, tal era el nivel de desilusión que había en el Reino.

Chorches y sus secuaces habían conseguido el control absoluto de la información tanto hacia fuera como hacia dentro del Reino, por lo que la comunicación en Carloszree ya podía calificarse como la propaganda del Rey. Los pasquines periódicos emitidos por el servicio de propaganda a veces rayaban un patetismo que haría enrojecer a cualquier profesional competente de los medios, pero eso no contaba en Daniel-landia (ámbito de Carloszree en el que solo reinaba la felicidad) donde lo único que importaba era ensalzar al líder y su entorno.

Las relaciones internacionales del Reino son ya una prolongación de las de los Hopus, mediante programas perfectamente trazados por Amanuense, que ni siquiera disimula para quién y con qué propósitos hace las cosas. La política para mejorar la pesquisa, finalmente, ha desaparecido del Reino y las infraestructuras científicas cada día están más obsoletas. Solo cuenta la forma de pesquisar de los Hopus, donde no son precisas.

Y para rematar todas estas acciones y situaciones, había decidido asaltar uno de los pocos reductos  de libertad que aún les quedaba a los consejos de castas: la capacidad de elegir la  incorporación a las castas de nuevos hidalgos y prohombres. Si empezaba a controlar estas incorporaciones, llegaría el momento en que todos los hidalgos y prohombres que se unieran a Carloszre  le deberían pleitesía eterna y serían personas afines y leales a su causa, fueran o no Hopus. Crearía una delegación de prohombres elegidos por él de entre un grupo de supuestos Prohombres Excelentes, asegurándose de que entre los elegidos hubiera una mayoría de devotos de Dániel, vamos de él mismo. Todo, por supuesto, refrendado por el Consejo del Reino, para que nadie pudiera achacar ningún desmán antidemocrático. Dániel ya tenía experiencia en hurgar en las contrataciones de distintas castas (de hecho intervenciones de Dániel en consejos de artistas y pseudo hopus le habían granjeado una fuerte oposición de estas castas en la anterior Justa Electoral). Había decidido que a partir de ahora seguiría haciéndolo, pero con el respaldo legal de una normativa aprobada por el Consejo del reino. No solo interferiría en la incorporación de nuevas personas en las castas, sino que se establece la posibilidad de incorporar Prohombres (por supuesto “excelentes”) directamente a un limbo ajeno a las castas y que dependerían directamente de él. Esta sería su futura guardia pretoriana. Nada podría pararle.
Olvidadas ya las zozobras posteriores a la Justa Electoral donde se comprometió en ser el Rey de Todos, había llegado el momento de dejarse de pantomimas  y dedicarse a la búsqueda incesante de la Excelencia por encima de todo y a costa de lo que fuera.

Muchos que pensaron iba a ser Dániel el Breve, se les heló el alma cuando al pensar en él les aparecía del apelativo de Dániel el Sátrapa.

(CONTINUARÁ)