miércoles, 28 de enero de 2015

Capítulo 58. La vuelta del narrador

Después de un largo exilio, este cronista regresa a su casa una vez cumplida la pena de destierro voluntario autoimpuesta hace ya más de dos cursos académicos. Suenan trompetas de Justa Electoral. Por fin Dániel I, antaño el Estocástico, luego el Implacable, y hoy el Destructor, va a ceder su trono a un nuevo rey que saldrá de la Justa que pronto se anunciará.

Tras dos años de alejamiento del reino de Carlos Zree, son muchas y grandes las sorpresas que este narrador se ha encontrado. La primera es que parece que no vaya a haber una Justa electoral. En sus ocho años de reinado, Dániel ha laminado de tal manera la voluntad del pueblo, que no existe ni un solo ápice de posibilidad de que aparezca ningún candidato más allá del fiel Despuntado, que aunque no se pronuncia, parece destinado a suceder a su prócer sin solución de continuidad. El desánimo, la consternación, la impotencia, el abatimiento, la tribulación, en fín, la desilusión del pueblo por un proyecto de reinado, alcanza tales niveles, que o bien nadie se plantea dar el paso adelante necesario, o bien si alguien tiene un mínimo impulso de dar ese paso, el miedo a una reacción desde el poder absoluto, acobarda la decisión para convertirla en nada.

Un paseo rápido por el Reino permite pulsar el aborregamiento de un pueblo sometido y resignado. Predios otrora ricos y florecientes, parecen hoy solares donde nunca más crecerá la hierba. Sin embargo cortijitos que antaño eran gobernados por anodinos y mediocres hidalgos, son hoy poderosos feudos donde unos nuevos ricos campean dando lecciones de praxis y doctrina danielensis.  Nuevos ricos que han hecho su fortuna a cambio de favores, a veces inconfesables, al Rey. Muchos de los prohombres que hicieron grande Carlos Zree o se han retirado a otros reinos, o han sido apartados de la vida pública como activos amortizados . El valor de la experiencia no existe, dando paso al valor del "seguimiento incondicional al líder inmarcesible", que se alimenta solo de la fidelidad y el elogio. ¿Dónde están todos aquellos prohombres que lucharon en la frontera para hacer grande Carlos Zree? ¿Cómo se ha permitido que sean sustituidos por toda una pléyade de coroneles (perdón, y coronelas), todos encantados (encantadas) de conocerse y que babean al paso del Rey?.


Desde hace años, no se discute nada en Carlos Zree. El Rey, sus ministros, viceministros de los ministros y responsables, jefes y subjefes de las haciendas (la mejor manera de fidelizar a los mediócres es repartiendo poder de forma arbitraria a "Juanillos que verás cuando tenga un carguillo"), gobiernan a golpe de decreto, de forma muy democrática, en órganos de gobierno donde desde hace mucho, mucho tiempo, nadie discrepa y todo se aprueba por asentimiento. El hastío es un manto que cubre el Reino, desde Colmenalejos al Campus Four. Los parterres de flores de Lemus son estructuras mustias. Ya no se discute, ni en los pasillos, ni en el café. Carloszree es un ente adormecido, manso, rendido a su suerte. Solo nos queda esperar, resignados, a que Despuntado no sea Dániel.

Año octavo de Danielato.