miércoles, 18 de julio de 2012

Capítulo 57: Llega la crisis a Carloszree.


Aconteció que el imperio cayó en una profunda depresión económica, sin que todos los Hopus del Mundo pudieran predecirla. Las consecuencias fuero terribles, puesto que todos los reinos del imperio (incluyendo el Reino de la Bruja) tuvieron que ajustar de forma drástica sus presupuestos y una de las medidas que primero se tomaron fue la de reducir las subvenciones a los reinos de taifas. Carloszree no fue una excepción. De pronto Dániel se encontró con un déficit presupuestario que ponía en riesgo todos sus programas de excelencia. Había que tomar decisiones, medidas, puesto que el dinero del que disponía no era suficiente para pagarlo todo. Había que decidir entre dádivas o aprendices, entre ladrillos o talleres.

Solo, en el salón del reino, frente al retrato al óleo de Hirsch, Dániel reflexionaba.

“Una manera sencilla de empezar a cuadrar las cuentas es eliminar el programa de dádivas  a prohombres e hidalgos y aguinaldos de excelencia, pero claro, no me puedo permitir perder el afecto de la aristocracia del Reino en un momento como este, por tanto esta es una medida inaceptable, no se no como siquiera la pienso”.

“Puedo cerrar Colmenalejos, que sigue siendo una sangría, pero claro, si cierro Colmenalejos, me será más difícil justificar el piramidón que va a resultar CampusFour”… “Y el día que deje de ser Rey, si es que ese día llega, CarlosFour será mi pequeño reino perpetuo” “Y al igual que Colmenalejos es la dacha vitalicia de Poisons, CarlosFour será mi legado y a la vez mi villa solariega”. “Las generaciones venideras de aprendices de Carloszree recordarán que fue Dániel quien creo CarlosFour, a mayor gloria de Hirsch; tenía que ir pensado qué escultor tendría el honor de realizar su busto rampante que se instalaría a la entrada principal para que todo el que entrara supiera a quién correspondía el mérito de haber creado ese templo de la Excelencia”. Algún día se peregrinará a CampusFour igual que hoy muchos Hopus peregrinan a la Northwestern de Chaicago. .

“Podría cerrar el programa de Prohombres de Excelencia, pero eso sería claudicar en una de mis líneas maestras y distintivas de Carloszree.” “Es más sencillo, cerrar todos los programas de formación de aprendices que no den beneficio, que para eso esto hay que convertirlo en negocio”.

“Y además estaba el plan B”.

Por otro lado estaba a punto de salir a la luz su pacto secreto con la Bruja, pacto que le ayudó a salir vencedor en la última Justa Electoral. Unos meses antes de la justa otorgó a muchas de las castas (para ganar favores electorales) muchas posiciones para promover hidalgos y prohombres, a cambio de que luego paralizara las promociones de personas durante un par de años.  Con la mala suerte de que ahora que había liberado las convocatorias en Carloszree, el Rey del Imperio paraliza por decreto todas las promociones. El tema estaba a punto de estallarle en las manos, pero cuando eso ocurriera para eso estaba Despuntado, para dar vaselina a diestro y siniestro y que todo pareciera parte del programa maestro de la búsqueda de la excelencia a través del ordenamiento de la carrera caballeresca. Tuvo la feliz idea de crear una “Comisión asesora del Rey para asuntos relativos a la promoción de Hidalgos” Ellos serían los culpables de todo. La comisión la formó con los Prohombres del Reino con mayor puntuación en el ranking de las dádivas que tan bien diseñó Despuntado haciendo uso de sus habilidades estocásticas.  Y mediante esas habilidades consiguió que en dicha comisión estuvieran no solo todos su ministros fuertes (el propio Despuntado, Walander, Walthari,…), sino además bastantes exministros/as agradecidos/as. Comisión asesora que finalmente presidiría él mismo y en la que al final contaba con una mayoría de palmeros agradecidos y fieles. Si había problemas, el conjunto de la Comisión, no él, respondería ante el pueblo. Es posiblemente el único caso en el mundo donde una comisión asesora la preside el mismo asesorado y la forman los propios consejeros del asesorado. En estas cosas Dániel era un maestro en vestir la mona, y el truco de crear comisiones supuestamente independientes para que dictaran su santa voluntad ya le había funcionado en el pasado.

El pueblo estaba aborregado y él era su pastor. Nada acontecería. Nada pasaba.

(CONTINUARÁ)

sábado, 16 de junio de 2012

Capítulo 56: El Cortijo de Pena


En los últimos meses, el Reino de Carloszree se había convertido definitivamente en el “Cortijo de Pena”. La pantomima de la excelencia ya no convencía a nadie e incluso el mismo Dániel había abandonado la liturgia Hirscheriana. Ya no había rezos ni canticos públicos en loor de Hirsch; ya nadie se postraba de hinojos cada vez que se invocaba el Giersí con devoción. Hubo unos años donde parte del pueblo quedó subyugado con el nuevo culto, pero diversos acontecimientos llevaron a que la careta del rey cayera y ya nadie creyera en semejante farsa. Los nombramientos de los nuevos ministros y viceministros ya dieron alguna pista. ¿Cómo iban a ser garantes de excelencia algunas de las reses elegidas? Alguno encargado de temas de pesquisa ni siquiera puede participar en concursos de acceso de su propia casta por no tener suficientes gallifantes. Los llamados premios de excelencia del Consejo Externo Asesor del Reino (el que pastorea la ínclita Cilantra, a mitad de camino entre docente y discente) año tras año se envolvían en el insoportable tufo del amiguismo y el premio a estómagos más que agradecidos (y cada año se generaban más agravios comparativos de difícil sostenimiento). Todas las decisiones que se tomaban en el ámbito de los aprendices iban siempre encaminadas  a premiar, no al mejor o más capacitado, sino al más amigo, aunque solo fuera por castigar al supuesto enemigo. Solo existía la cultura de los Hombres Puros y ya nadie cercano al poder  se molestaba en disimularlo. La servidumbre cayó en manos de los más fieles fanáticos de Dániel, siendo que todo aquel que mostrara alguna pública discrepancia era condenado al destierro o al ostracismo. Los Reinos de Excelencia internacional murieron con más pena de gloria y ya nada quedaba del relumbrón de antaño. Carlosfour seguía inoperante después de muchas lunas y sin perspectivas de servir para algo últil al Reino. Todo había sido oropel.

El rey pasaba más tiempo fuera del Reino que dentro. En sus numerosos viajes acometía diversas actividades que ni siquiera sus más próximos (entre ellos Despuntado) conocían. Dicen que incluso le dio por la caza mayor, de diversos tipos de piezas. A falta de un pastor que guiara sus pasos, los fieles del rey, ministros y vicemisnistros campaban por el reino a sus anchas, considerando el derecho de pernada un derecho propio por prolongación del que creía tener el Rey. Una característica de casi todos los ministros es que se habían mimetizado con las maneras toscas y poco sociales del Rey, empleándose con rudeza con sus inferiores, mostrando ramalazos dictatoriales, no admitiendo ningún tipo de crítica y desde luego, haciendo de su capa un sayo. A falta de una cabeza supuestamente pensante por encima de ellos, a veces se atacaban entre sí, algo que parecía impensable en el primer periodo de Dániel. Es como si los pequeños velocirraptores la emprendieran a dentelladas entre sí cuando la mamá salía fuera del nido. La desconfianza cundió incluso entre los más próximos a Dániel, aquellos que antaño eran su guardia de Corps. Incluyendo la almendra del poder: Despuntado, Walthari, Amanuense, Wallander,… Chorches había abandonado el Reino gracias a la influencia del Rey y Pseudonwtoniano, desencantado por no haber sido nombrado ministro,  reptaba dando dentelladas buceando entre todo aquello que se movía por Lega. 

Ante este desolador panorama, los habitantes de Carloszree habían empezado a dividirse en tres grandes grupos. Los ilusos que aun creían en un gran proyecto de Excelencia. Estos seguían idolatrando a Dániel y seguían rezándole a Hirsch. Eran los “Creyentes”. Los que nunca creyeron en el mantra de la excelencia, pero que se subieron a ese carro porque Dániel les dio prebendas en forma de condados o regalías. A estos les interesaba seguir en el prurito, entre otras cosas porque las dádivas reales seguían siendo altas. Eran los “Secuaces”. Y estaba el resto. Muchos creyeron, y otros nunca lo hicieron, pero tienen en común el desencanto total por el Reino. Se mueven lastimosamente por el Reino y cada día les cuesta más sobrevivir. Nadie cuenta ya con ellos, pese a que son la mayoría silenciosa. Son los “amortizados”. Carloszree se había convertido en un cortijo de señoritos.

(CONTINUARÁ)

viernes, 9 de marzo de 2012

Capítulo 55. Las reflexiones de Karlos Klunny -KK- (por Conan, el Barbaro, en colaboración especial para Carloszree)


Se sentó en el sillón de orejas con la mirada hacia arriba, en posición de meditar. Las manos, apoyadas en los laterales, las juntó delante del pecho haciendo tamborilear entre sí todos los dedos, pausadamente. En el aypo con salida a altavoces sonaba la Walkiria, de Wagner. Posiblemente sus genes alemanes le predisponían tanto a este autor. De vez en cuando cerraba los ojos para recrearse en algún pasaje.  En este despacho, situado en el centro del poder, a menos de dos minutos del salón del Reino, por las tardes podía gozar de solaz y sosiego, ya que los habitantes de Geta no solían quedarse por allí a la puesta del sol. De hecho la mayoría solía plegar a la hora de la siesta. La felicidad la completaba una copa de Armañac que de vez en cuando sobaba con su mano derecha. Pese a ser bárbaro, en contra de la habitual costumbre de los ministros bárbaros de mantener sus centros de operaciones en Lega, él había decidido establecerse allí, bien cerca del epicentro del poder. Allí estaba mucho más cerca del Fürher, perdón, del Líder (¡ay! esos genes alemanes a veces le jugaban alguna pasada con el lenguaje). Y esa proximidad al Líder, le proporcionaba muchas más oportunidades de ejercer su influencia y de medrar en el Reino. Desde Lega, donde el rey no solía poner sus pies, no era sencillo dejarse ver por el Rey y estar de forma permanente ofrecido a su servicio. Y desde que consiguió el ministerio del que dependía el control de la información, él como digno representante del clan de los Teleteclos, puso todo su afán en servir al rey extendiendo la red de búsqueda hasta los lugares más íntimos de los almacenes de datos del último ciudadano de Carloszree. 

Él era un tipo tranquilo, nada dado a las grandes demostraciones efectistas, pero eficiente y porfiado en su determinación de servir al Líder y que este supiera apreciarlo. Por eso era conveniente esa ubicación tan cerca de Dániel. En las reuniones del Consejo de Ministros y del Consejo del Reino, solía adoptar una posición discreta, normalmente en silencio. Pero anotándolo todo tanto en su cabeza como en su ábaco portátil. La información es poder y es mejor escuchar y almacenar que no hablar para compartir lo que otros no deben saber. Si hubiera algo importante ya se lo diría a Dániel en privado.

Hasta ahora había cumplido con todas las misiones que le había encomendado el Rey a la perfección siendo implacable en su acción de gobierno. Casi de forma servil, podría decirse. Y nunca había discrepado con el Rey (ya había visto como cuando eso ocurría el Rey era implacable y no podían predecirse las consecuencias, normalmente nada buenas para el discrepante). Incluso cuando el peculio para su clan teleteclo se vio drásticamente reducido, se mantuvo en un discreto silencio. Solo había una cosa que le producía un cierto resquemor interno y que no le permitía disfrutar del momento con plenitud: pese a que había puesto a todos sus esbirros a la caza del maldito relator de esas infames historias, aun no había conseguido resultados. Y sabía que el Rey estaba impacientándose y eso no podía ser bueno para él. Mientras la Cabalgata de las Valkirias llenaba todo el espacio y volvía a calentar con la palma de su mano la copa de Armañac, se veía a si mismo en lo alto de la columna. Pero antes el mochuelo tenía que caer en la red.

(CONTINUARÁ)

domingo, 26 de febrero de 2012

Capítulo 54. Las cuitas de Pseudonewtoniano (por Conan, el Barbaro, en colaboración especial para Carloszree)

Pseudonewtoniano miraba al frente concentrado. El sudor empezaba a caerle por la cara, pero eso no impedía que mantuviera la vista clavada en el infinito. Con un gesto automático aumentó la velocidad de la cinta. A esta nueva velocidad, cuando pasaran cinco minutos es como si hubiera corrido 15 kilómetros. Se movía con fluidez (;-)) sobre la cinta, pero no avanzaba nada, esa era la esencia de su vida. Por eso era Pseudonewtoniano. Sin embargo sobre esa cinta podía imaginar que corría por cualquier sitio. Y además él no era persona para compartir asfalto con nadie y menos con la chusma. Su principal ensoñación es que se movía por encima de todos, mirando desde la altura que se correspondía con alguien como él, esencia de la excelencia bárbara.  A falta de pocas semanas para iniciar su periplo sabático, estos momentos sobre la cinta le proporcionaban ese aislamiento cercano a la abstracción, a la reflexión más profunda. Era lo más parecido a la meditación trascendental que podía permitirse.

Sobre esa cinta a veces repasaba su periodo como brazo ejecutor de Walthari en Lega. Al principio tuvo algunos reparos, pero cuando sopesó los beneficios, no dudó un solo instante en convertirse en el azote de casposos y mugrientos. Su aspecto juvenil y su carrera posterior al periodo de aprendizaje en tierras de Chaicago, le confieren un halo hopusino, que pese a ser bárbaro consiguió engañar al Rey. Le costó un par de charlas con el Rey para ganarse su total confianza, cosa que aprovechó hasta extremos impensables en la puesta en marcha de Chionvión. Gracias a Chionvión se ganó favores y lealtades de algunos besahuevos  del pueblo bárbaro, y al tiempo se hizo con tal cantidad de créditos boloñeses para su propia casta, que su poder creció y su capacidad para hacer y deshacer  destinos se multiplicó siguiendo la ecuación de Arrhenius. Se convirtió en un pequeño Pope, idolatrado por sus seguidores y odiado por sus adversarios. Y Chionvión, la joya de la corona, era suyo. Y gracias a Chionvión pudo poner en su sitio a mucha morralla con pretensiones de Lega.

En la cinta conseguía olvidar ese resquemor interno que guardaba de forma secreta contra Dániel. Si bien era cierto que gracias a su tiempo de viceministro a la sombra de Walthari le había enriquecido inmensamente en créditos y poder, siempre pensó que cuando Dániel fuera reelegido sería ministro. Al frente de un ministerio importante. Sustituyendo a Walthari, o a Wallander, al frente del ministerio de Pesquisa.  Pero ahí seguía Wallander al frente de la Pesquisa de Carloszree y a Walthari le había sustituido un sinsal llamado Esquimo cuyo único mérito era un premiecillo de cierta relevancia en el ámbito de la Excelencia. Y para colmo le había ofrecido antes el ministerio a otro pseudobárbaro. ¡Estando él allí disponible! ¿Marqués de Butarque? Eso no es suficiente.

Pero él sabía esperar, intrigar, asediar. Sabría mover sus hilos. Él era un corredor de fondo. En cinta, pero de fondo.  

(CONTINUARÁ)

viernes, 10 de febrero de 2012

Capítulo 53. La nueva aristrocacia de Carloszree

Las cosas no le iban bien al Rey. El populacho no entendía que las medidas de ajuste que él estaba imponiendo en Carloszree, no era más que fruto del cumplimiento exacto de las leyes generales de Reino de España y de obligatorio cumplimiento en los Reinos menores (por muy excelentes que estos fueran). La Bruja, de quien dependía Carloszrre, había hecho suyas todas la medidas de austeridad y las estaba también aplicando sin descaso en los distintos reinos de aprendices.

El Rey no estaba en su mejor momento. Además de lloverle continuas críticas de la plebe, ni siquiera le permitían disfrutar del bombo y boato de las ocasiones festivas, ya que cientos de perroflautas le abucheaban y gritaban sin tregua cada vez que se le ocurría aparecer en un acto público. La desdicha había llegado al punto de que la mala suerte se estaba cebando en él. Los vientos siberianos que azotaron las tierras de Geta en los últimos días se llevaron por delante la preciada columna sobre la que se había instalado en los últimos meses obligándole a volver a pisar de forma permanente el suelo (¡El, el  Gran Dániel!). Al menos el destino quiso que en esos momentos se encontrara en una importante reunión de la Conferencia de Reyes del Territorio de la Bruja (la CRUJA) y no le pillara en lo alto de la Columna, por lo que pudo salvar el pellejo.
Su fiel Despuntado trataba de animarle, pero de todos lados venían malas noticias. Y además el vulgo, la plebe, la chusma, envalentonada por los actos multitudinarios, ya no se acomplejaba a la hora de insultar a los afectos al régimen.

“Todavía se respeta a los ministros”, le confesó Despuntado, “pero los que ya no lo son, tienen que aguantar muchas insolencias del populacho”.

“Tienes razón, quizás debiéramos tener algún detalle extra para con ellos; no sé, llevo tiempo dándole vueltas a algo…”

Despuntado se echaba a temblar cuando Dániel tenía ideas geniales. A ver por donde salía.
Y Dániel prosiguió:

“Cuando establecimos las dádivas yo siempre pensé que nos servirían para demostrar a la caspa del reino que existe una aristocracia, la de los Hombres Puros, y una corte, la de los excelentes afines a nuestra ideología. Pero resulta que vistos los resultados de las dádivas después de dos convocatorias, resulta que no nos sirven para distinguir a los auténticos excelentes de lo que es morralla. Algunos bárbaros y algún que otros jurisconsulto o artista se nos ha colado en lo más alto del ranking”.
“¿Y qué podemos hacer?”, preguntó tímidamente Despuntado.

“¡Pues lo que han hecho siempre los Reyes!” contestó gritando Dániel. “Nombraré yo directamente mi aristocracia”. “Por supuesto distinguiré entre Duques, Condes y, simplemente Señores o Marqueses, dependiendo del origen, no te vayas a pensar”. Por ejemplo, los Ducados y Condados, están reservados para Hombres Puros.

“¿Y ya has pensado en algo o alguien?”.

“Bueno, por ejemplo, creo que va siendo hora que reconozcamos los servicios prestados a prohombres que lo han dado todo por el Reino. Por ejemplo, Goldado. Estoy pensando en nombrarle Duque de Lonja; y  a Escoming, Conde del Lapso. Farfolla, Marqués de la Broza. Y aunque sea bárbaro, la verdad es que Pseudoneutoniano nos ha prestado un servicio excelente y bárbaro, valga la redundancia. No he podido encontrar mejor transmisor de la doctrina de Hirsch entre esas bestias de Lega mejor que él. Creo que le voy a hacer Marqués de Butarque”.

“Señor”, terció Despuntado, “a PN quizás  le gustaría el detalle de ser Marqués del Lago de Butarque; lo digo por lo del fluido elemento…”.

“Bien pensado, del Lago de Butarque entonces”.

Y con un poco de miedo, Despuntado sugirió: “Y quizás, a los ministros salientes…”
“Buena idea, por lo menos a algunos, por ejemplo, Pilar Bardeem,  Señora del Campo de Tiro y Hena, Marquesa de Pravia”.

“Ya me veo de Duque de Boto”, pensó Despuntado.

CONTINUARÁ

miércoles, 1 de febrero de 2012

Capítulo 52: Las dádivas del Rey

“Señor, ya han sido publicados los resultados de las dádivas” susurró Despuntado al oído del prócer.

“¿Y bien, cómo responde la plebe?” excretó Dániel.


“Pues la cosa va por barrios, como siempre ocurre”.  Pausa. “Creo que se nos ha visto un poco el plumero con las Dádivas a los Hombres Puros”. Comenta Despuntado.


“¿Cómo nadie osa decir nada parecido? Las Dádivas han sido concebidas para premiar la Excelencia que solo poseen “per se” los Hombres Puros, para los que no son Dádivas sin Derechos Intrínsecos. A los demás, se concede la gracia de darles Dádivas… ¿y encima se quejan?” depuso Dániel con cara de pocos amigos.


“Ya, Señor, pero es que las puntuaciones…”.


“¡Las puntuaciones!!!” aulló Dániel con un hilillo de baba saliéndole de la comisura de los labios. “¿Pero no habíamos establecido el baremo para que los Hombres Puros destacaran?”


“Si, Señor” contestó Despuntado, “pero ha resultado que aun así varias castas de Bárbaros han salido mucho mejor con ese baremo”.


“¿Pero no les habíamos ya penalizado con más Gisiers per cápita para hundirles un poco en la lista?”


“Si, Señor, pero aun así destacan por encima de los Hombres Puros”, siguió Despuntado. “Además es un clamor que solo las Dádivas… perdón, los Derechos Intrínsecos de los Hombres Puros han crecido con respecto a la anterior edición, cuando al resto se les ha reducido considerablemente, eso sin contar con que además nos hemos dado más de lo que anunciamos en su día”.


“¡Esto es increíble!, les concedo Dádivas y no hacen más que criticar…”


“Hay más, Señor” Siguió Despuntado.


“¿Cómo que más, qué más quieren!!!!”, dijo Dániel aún más fuera de sí (una vena que bajaba por su cuello parecía a punto de estallarle).


“Algunos se han dado cuenta de nuestros pequeños maquillajes en las puntuaciones de algunos Prohombres destacados que no teniendo todos sus periodos sexenales completos están en el grupo de más Dánieles de Vellon”.


“¡Pero es que son insaciables en sus críticas!”. “Y encima aguantando también las críticas de la Servidumbre que no entiende esto de las Dádivas…” 


“Mi Rey”, siguió Despuntado, “vamos a tener que hacer algo para que calle la chusma”.


“Ya se” dijo Daniel con cara astuta. “Vamos a dar un golpe de efecto, demostrando mi magnanimidad y grandilocuencia para con el vulgo”.
Despuntado miraba con recelo, poniéndose en lo peor. 


Prosiguió Daniel: “Voy a renunciar a mis Dádivas auto concedidas a mí mismo (ya sé que es redundante pero que quede claro que es mi propio peculio), en favor de pequeños estipendios para aprendices sin posibles, por supuesto de Hombres Puros. Eso sí, luego tendremos que pensar como recupero esos Dánieles de Vellón por algún otro lado, ya que el Patrimonio del Rey no puede disminuir”.

“Las gallinas que entran por las que salen”, pensó Despuntado.


(CONTINUARÁ)