Atardecía en Carloszree. Desde lo alto de la atalaya del
Palacio de Geta, Daniel veía la puesta de sol con complacencia. Habían pasado
casi ocho años desde aquel día en el entró en el salón del reino como nuevo
Rey. A las puertas de una nueva Justa Electoral no pudo dejar de pensar en lo
mucho que había cambiado su vida y, aún más, de cómo había contribuido él en
cambiar Carloszree. Lejos quedaron aquellos días donde él, miembro distinguido
de la comunidad de prohombres, zahería una y otra vez las decisiones de
Poisons, el Rey Fundador, en las Juntas del Reino. Cómo disfrutaba de aquellos momentos donde ponía
en aprietos todas y cada una de las arbitrarias decisiones del entonces Rey. En
aquel tiempo, Daniel se lamentaba continuamente de cómo se tomaban las
decisiones en Carloszree y de cómo el Rey abusaba, de forma arbitraria de su
inmenso poder. Aquellas intervenciones airadas en las Juntas del Reino animaban
largos debates donde muchos ciudadanos, al final, podían opinar con cierta
libertad sobre cualquier tema. Ahora, ocho años después, él, Daniel, había conseguido por distintos medios que
nadie discrepara en las Juntas del Reino. Los pocos miembros de la Junta que
osaban discrepar fueron expulsados de aquellas reuniones y ya no quedaba nadie
para disentir. “Panda de borregos”, pensaba Daniel para sus adentros. Ahora,
las Juntas del Reino eran como un lago de aguas mansas, donde solo había
movimiento cuando Daniel metía o sacaba del agua su real patita. Sin oposición
alguna, Daniel gobernó los últimos años sin discordancias ni algarada ninguna.
Ahora funcionaba la auténtica democracia, donde el decidía y todos votaban
afirmativamente por asentimiento. ¿Cómo iba a consentir que le hicieran a él lo
que él mismo hizo durante años? Claro que hay una diferencia clara: Dániel ES
la RAZON. ¿Qué motivo puede tener alguien para discrepar, salvo el ataque
personal?
La calma chicha que reinaba en las Juntas del Reino, también
se trasladó a las Juntas locales, de
forma que el reino vivía en un Mundo Feliz, gracias a EL.
Su mente se paró en las agrias discusiones promovidas por él,
en aquellos lejanos tiempos, respecto a Colmenalejos. El se opuso siempre a esa
megalomaniaca obra de su antecesor. Claro que la creación de Campusfour,
promovida en su reinado no tiene nada que ver. Campusfour es SU obra, SU
panteón. Allí donde algún día volverá. ¿Cómo puede haber mentes perversas que
puedan comparar ambos proyectos? Como siempre, el tiempo le dará la razón. Algunos le acusan de
que las decisiones sobre Campusfour fueron tan poco transparentes como en su
día él, Dániel, vociferaba contra las de Colmenalejos, pero claro, ¡como nadie
puede comparar ambas decisiones!.
Haciendo repaso mental a sus ocho años de reinado, no puedo
menos que sentirse satisfecho de haber barrido del reino todos los chiringuitos
creados por Poisons para los que eran sus amigos. Y pensó bien, porque eliminó
los chiringuitos de los amigos de Poisons, ¡pero no los de sus propios amigos!
O si no que se lo digan a Escoming. “Jajaja” pensó, “que incautos son todos”.