Su primera disposición desde lo alto de la columna fue:
“A partir de ahora gobernaré desde aquí, donde mi majestad queda en su justa elevación”.Desde el suelo, se miraban todos de reojo.
“Tostado: ya te estás librando de Al Fayed. El muy estúpido ha puesto en la base de la columna las inscripciones referentes al Almirante Nelson. Que las sustituyan inmediatamente. En la cara norte quiero mi nombre, Dániel I. En la cara sur quiero la oración a Hirsch. En las otras dos caras las inscripciones “Todo por la Excelencia” y “Uno, Grande y Magnífico”.“Walthari, ya te estás moviendo. Quiero un nuevo modelo boloñés. No quiero revueltas en el populacho. Quiero un traje más flexible, que no moleste en las sisas ni la entrepierna. Y a ver como regulas la capacitación de los aprendices de aprendiz y los otros discípulos para que sin darse cuenta tengan que recibir menos por el mismo precio, que el reino está en crisis”.
“Pero mi Rey”, trató de protestar Walthari, “y qué pasa con la excelencia, que era el motivo por el cual hicimos ese traje tan sobrio…” y sin terminar la frase, al ver la mirada de Dániel, se fue cabizbaja de su presencia.“Despuntado”…
“Je, je, ahora desde la solemnidad de la columna me devuelve mi nombre….” pensó el interfecto.“… estamos en periodos de ajuste. Debemos considerar la modificación del sistema de incentivos al pecunio de Prohombres e Hidalgos”.
“Pero Señor, eso está en el centro de tu estrategia de incentivar la perfección”, le replicó Despuntado.
“Despuntado, estás desfasado, y eso me preocupa. Ya los Hombres Puros Chaicago están empezando aplicar un sistema que distingue entre los HP Premium y los HP Poor, que no es otra cosa que poner de manifiesto que solo unos pocos se pueden considerar auténticamente excelentes. Y lo que es bueno para los Hombres Puros es bueno para la totalidad del Reino”.
“Si, pero…”
“Ni pero ni gaitas, por Hirsch, ¿es que también tú vas a cuestionar mis órdenes? Y vamos a ir cambiando las normas, ¿qué es eso de premiar con varemos distintos para cada casta?... A partir de ahora a todos se medirá con la misma vara, obviamente la nuestra”
Despuntado se retiró también con discrieción.
Dániel quedó mirando al horizonte. A lo lejos, el pueblo, contemplaba la magnificencia de su rey, sin acercarse menos de cinco yardas a la columna (a partir de la última justa, Dániel restauró en el Reino el sistema Imperial de Pesos y Medidas).Solo quedó allí Alfanje. Tenía noticias que darle.
(CONTINUARÁ)