lunes, 28 de febrero de 2011

Capítulo 9. De cómo Dániel impone en Geta, por la fuerza, el pensamiento único.

Una vez encaminado el sometimiento de los Bárbaros, Dániel empezó a preocuparse de cómo mantener a raya los linajes que habitaban Geta, la capital de Carloszree.
Los Artístas no daban mucha guerra, pero por si acaso no estaría mal lanzarles algún signo de poder ‘just in case’ (a Dániel le gustaba a veces intercalar alguna expresión inglesa en sus pensamientos). Por aquel entonces había un joven hidalgo de una de las castas de artistas que quería promocionarse a Prohombre con la oposición del resto de la casta. Era un hidalgo que contaba con cierto favor del rey, por lo que viendo que Dániel era altamente resolutivo cuando había que actuar a favor de los suyos, pidió audiencia al Rey para hacerse escuchar en sus reivindicaciones. Y aquella entrevista le dio a Dániel la oportunidad de organizar la apropiada acción de fuerza contra los Artistas. El hidalgo, dentro de la caspa general imperante en su clan, había hecho algunos esfuerzos en comportarse según patrones de Hombres Puros, y por tanto era mandatorio (obsérvese el anglicismo) ayudarle. “Este chico tiene maneras de Hombre Puro”, le dijo más tarde a Despuntado, “tenemos que hacerle Prohombre”. Despuntado intentó hacerle ver a Dániel que había unas normas que había que cumplir, y que sin el apoyo del clan no se podría. “¿Cómo que no se puede?¿Con quién te crees que hablas? Yo soy Dániel, el que todo lo puede”. Y Dániel usó de nuevo la táctica de la comisión asesora para ampararse en el consejo externo y obligar al clan a promover al joven Hidalgo en Prohombre. Y como no quería que nadie dudara de su poder, no contento con promover a uno en contra de los sabios del clan, pues dos mejor que uno.
El tema de los Jurisconsultos era distinto. Siempre andaban incordiándole y él no los soportaba. Gracias a algunos infiltrados dentro de los clanes, como por ejemplo el Prohombre Farfolla, conseguía mantenerles a raya y en tensión permanente y su táctica con ellos fue, desde el primer día de su mandato, la del “ni sal, ni agua”. Dániel les humillaba permanentemente. Los Jurisconsultos, igual que el pueblo Bárbaro, andaban bastante divididos entre ellos, lo cual facilitaba a Dániel sus más que descaradas escaramuzas. Uno de los látigos con los que les fustigó de forma permanente fue Walthari y la imposición de la moda boloñesa. El permanente hostigamiento de Dániel hacia ellos, les empujó a, años después a presentar de nuevo a Lucien Duplo en la posterior Justa Electoral, pese a que Duplo andaba ya muy alejado de la corte en asuntos diversos. No era difícil mantenerles a raya. Solo hacía falta, de vez en cuando, apretar algunas tuercas.
El último punto de tensión para Dániel, en el territorio de Geta, eran los própios Hombres Puros. Muchos no le respetaban como un igual (no olvidaban su pasado Bárbaro) y le ninguneaban. Y eso a Dániel le producía una gran desazón. Por eso procuraba siempre complacerles en cualquiera de sus demandas. Y para colmo había algún que otro clan dentro del linaje, que se estaban apartando de la senda buena. Durante un periodo de tiempo se dedicó a analizar con Despuntado a los componentes del clan, y llegaron a la conclusión de que lo mejor era apartar del mismo a aquellos Prohombres e Hidalgos de menor valía, confinándoles en un clan separado con la pretensión de, más adelante, expulsarles del linaje. Y dicho y hecho, con nocturnidad y alevosía, Dániel, de un día para otro, dividió al clan problemático sin que los propios integrantes del mismo casi pudieran darse cuenta.  Y sin comerlo ni beberlo se encontraron divididos, por un lado los que aun mantenían un estricto cumplimiento de los usos y costumbres de la secta, y por el otro, aquellos desacarriados que andaban alejándose y que más parecían artistas que otra cosa. Con este golpe de autoridad, Dániel pensó que afianzaba más su poder.
Fueron días duros para Dániel. Él era un demócrata, y ejercer la autoridad de esa forma tan contundente (vamos, un poco autoritaria) iba en contra de sus principios, pero cuando la voluntad flaqueaba, oraba y repetía una y mil veces los mantra de los Hombres Puros: “excelencia”, “calidad”, “yei-ci-er”,…
Poco a poco, por todo Carloszree se fue extendiendo un gran resquemor hacia su rey, que vivía muy alejado de esta percepción. Dániel se movía dentro de su círculo de aduladores, que siempre le mantenían con la idea de que entre Dios y la tierra, solo estaba él. No contaba con el pueblo que podía llegar a sublevarse y hacerle volver a la realidad.
(CONTINUARÁ)

sábado, 26 de febrero de 2011

Capítulo 8. De la dominación de los Bárbaros (segunda parte).

Tenía que parecer que el montaje de “Chionvión” era bueno para todos, aunque solo fuera bueno para unos pocos y además sirviera para la desunión de los bárbaros. Había que actuar con astucia: nombrar una comisión externa de personajes totalmente controlados, montar una estructura inamovible que beneficiara claramente a las huestes de Pseudonewtoniano y algún que otro bárbaro descontento que se sumara con entusiasmo al proyecto y, por último, darle la aprobación en el Consejo Bárbaro de la forma que fuera o fuese. Pseudonewtoniano puso en la comisión a media docena de hidalgos que se regían por el régimen newtoniano y, para ser  agradecido con el ser supremo (Dániel),  a otra media docena de afines a sus ministros (cuando no algún ministro directamente).
Cuando la estructura de “Chionvión” estuvo bien pergeñada, tras un brevísimo periodo de exposición pública (había que transmitir imagen de democracia) se llevó al Consejo Bárbaro. Algunos bárbaros, viendo graves deficiencias en la estructura preparada de forma alevosa para el beneficio de algunos, prepararon algunas enmiendas que llevaron al Consejo para debatir en presencia del Sumo Sacerdote Bárbaro, también conocido como el Perfiles. Para sorpresa del Pueblo, Dániel se hizo cuerpo (que no de cuerpo), vamos que se presentó de cuerpo presente en el Consejo para evitar cualquier desvío del recto camino en la aprobación de “Chionvión”. Todo debate fue inútil. Dániel, en toda su majestad, puso los dos… símbolos de Carloszree sobre la mesa: calidad y excelencia. “Como se apruebe una sola enmienda, me llevo Chionvión a Geta”. Y dado que algunos bárbaros del Consejo pillaban cacho considerable y que Perfiles, como era habitual, se sometió a la voluntad suprema de Dániel, la estructura de Chionvión quedó inmaculada, como si acabara de salir del gineceo de la comisión externa.
Este fue el comienzo de la división mayor que los bárbaros jamás experimentaron, y también el comienzo del poder de Pseudonewtoniano en Lega, que pasó de ser un jefecillo local a convertirse en caudillo de considerables huestes. A partir de ese momento, crecido cual Hombre Puro tras aceptación en Journal Primer Tercil, Pseudonewtoniano fue el brazo ejecutor de Walthari en Lega, no moviéndose una hoja sin que Dániel se enterara al instante. PN (for short) fue pillando cacho en cualquier cosa que se montara en Lega, sin ningún tipo de descaro, y partir de entonces, repartiendo migajas por aquí y por allá fue comprando voluntades entre la barbarie para mayor gloria de Dániel. PN daba y quitaba patentes de corso entre lo que él llamaba Bárbaros Puros (siendo el resto Bárbaros Casposos). PN se convirtió en el Sheriff de Notingham de Dániel en los bosques de Lega.
(CONTINUARÁ)

viernes, 25 de febrero de 2011

Capítulo 7. De la dominación de los Bárbaros (primera parte).

Un asunto que le preocupaba a Dániel desde el comienzo de su reinado, es la posibilidad de que los Bárbaros dejaran a un lado sus atávicos y fratricidas enfrentamientos y se les pasara por la cabeza la posibilidad de que unidos podían vencer.  Los Bárbaros eran la principal fuente de ingresos de investigación de la Universidad y afortunadamente no tenían un líder que le aglutinara para defender su propio orgullo. A lo largo de la historia, con alguna excepción, los líderes bárbaros se habían mostrado dóciles al poder imperante. Pero había que prevenir, antes que curar. Como dice un viejo proverbio servo-croata: “mejor poner venda que curar herida”, o era ¿”mejor usar vendaje en pierna sana antes que joder la marrana”?, bueno, da igual. Y además, Dániel no soportaba que en cualquier indicador de calidad que eligiera, siempre hubiera un grupo bárbaro, cundo no varios, que superaban a los Hombres Puros. Y eso no se podía consentir. Los Hombres Puros debían prevalecer sobre todas las cosas.
Reunido, como siempre, con sus muy fieles Despuntado y Walthari, empezaron a pensar posibles soluciones al problema. Despuntado, mucho más listo que su líder propuso: “metamos un infiltrado en el Linaje Bárbaro”. “Son tontos, pero no tanto”, le grita Dániel, ya nervioso. “No, no, mi idea es más sutil: elijamos un bárbaro con pretensiones de Hombre Puro, y engañémosle haciéndole creer que es uno de los nuestros”. “Ummm” –meditó Dániel-
¡¡¡FLASHBACK!!! Algo que avergonzaba a Dániel era su origen Bárbaro. Porque Dániel, en su juventud, era Bárbaro. Un buen día descubrió el mundo de los Hombres Puros y tras profesar un largo magisterio que le llevó por tierras complutensis y otras más allá del océano, fue convertido. En la transformación tuvo que sufrir numerosas humillaciones (que nunca olvidaría, Dániel nunca olvidaba, en eso era implacable), pero al final lo consiguió. Cuando llegó al reino de Carloszree, donde tenía la ocasión de renegar de su bárbaro pasado, directamente se juntó con las castas de Hombres Puros de Geta, alejándose definitivamente de la barbarie de Lega. Otra cosa que llevaba muy mal Dániel, es que los Hombres Puros de nacimiento jamás le consideraron, ni nunca lo harían, faltaría menos, uno de los suyos. De hecho, a sus espaldas se mafaban de él y le consideraban un mero instrumento manipulable.  En Geta tendría que soportar, además,  la cercanía de Jurisconsultos y Artistas, a los que despreciaba, pero prefería eso a que le volvieran a confundir con los bárbaros ¡¡¡FIN DE FLASHBACK!!!
“Esa idea me gusta, continua”. “Buscamos unos estudios que nos interese poner, buscamos un bárbaro con pretensiones de trepar en el Reino, le hacemos baranda del asunto… y ya tenemos un espía-aliado a muerte” sentenció Despuntado. “Además, así parecerá que invertimos en su linaje, cuando lo que estamos haciendo es infiltrarnos allí”. “Walthari, ¿qué podemos montar allí sin levantar sospechas?”. “Bueno, mi Rey, ahora están muy de moda los estudios en Chiofashion y Vionfashion”. “Pues genial, montamos un clan ‘Chionvión’ donde metemos bárbaros buenos y controlados, le damos un poco de vidilla a algunos bárbaros con pretensiones y oprimidos por sus caciques y además provocamos una gran división entre ellos, que no les quedará más remedio que pelearse por pillar algo de cacho”. “Qué grande eres, Oh Dániel, por Hirsch” dijeron a coro Despuntado y Walthari.
Ya solo faltaba encontrar al futuro infiltrado, al bárbaro con pretensiones de trepar. Y revisando la lista de posibles bárbaros, se encontraron con varios candidatos: alguno perteneciente a clanes que históricamente siempre se han puesto del lado del poder, otros dentro de clanes donde había divisiones por el poder local. Al final se decantaron por Pseudonewtoniano.
Pseudonewtoniano era perfecto. Ni joven ni viejo. En un clan pequeño con ganas de crecer, Perfil mediocre, pero con patena internacional. “¡Pero si casi es un Hombre Puro!” bramó Dániel. “¡Es perfecto!” dijeron a coro. Y satisfechos por el hallazgo y lo que del mismo podía derivar, decidieron pronunciar una jaculatorias de agradecimiento a los dioses de la excelencia: “Gei-si-er”.”Gei-si-er”.”Gei-si-er” (para los no iniciados en los mantras de los Hombres Puros: pronunciación en spanglish de JCR).
(CONTINUARÁ)

jueves, 24 de febrero de 2011

Capítulo 6. Un día en la vida de Dániel (2ª parte)

 Después de comer, Dániel solía dedicar unos minutos a meditar. Sumido en sus profundas reflexiones de pronto se dio cuenta.  ¡La puerta que cerraba el salón del Reino no era del mismo tono que el resto de la madera del mobiliario!. ¡Incluso era distinto del color del marco de la puerta! No podía dar crédito. “¡Qué vengan los de mantenimiento!” bramó. “¿Cómo es esto posible?” les dijo señalando la puerta. “Señor, se cambió la puerta y no había puertas con el mismo tono”. Pero Dániel cada vez estaba más enfurecido “¡Cómo vamos a exigir la perfección, la excelencia suprema, si en el salón del trono la puerta tiene un color distinto al resto!”. Y a partir de esa misma tarde y durante varias semanas, un equipo de rayos ultravioleta comprado para ese propósito, fue tiñendo la puerta hasta que, al fín, el color era exactamente el mismo que el resto. “Lo bien hecho bien parece”, se dijo a si mismo Dániel, “y no solo hay que ser excelente, hay que parecerlo”. Dániel a veces se desesperaba de cómo él mismo, el Rey supremo, tenía que hacerse cargo de hasta el más mínimo detalle en el camino a la perfección.
Por las tardes siempre dedicaba a repasar el número de citas recibido. Entraba en el Web of Science y ordenaba sus trabajos  por orden descendentes de citas  y también le desesperaba lo lento que crecía su factor H. Y pensar que había bárbaros que le superaban le enfurecía aun más. Recitó unas cuantas jaculatorias a Hirsch y volvió al trabajo.
Si Dániel no tenía ningún acto oficial vespertino aprovechaba para seguir trabajando en el Salón del Reino. Afortunadamente tenía la super-herramienta Universitas XXII adaptada con una configuración especial para poder acceder a la información de forma más sencilla y rápida que el resto de los mortales. “Veamos, paper/doctor, hummm no es un departamento de Hombres puros…; a ver, tesis dirigidas/doctor, cáspita, tampoco; financiación, si, eso, financiación por profesor permanente… ¡pues tampoco me sirve!... joder, no estamos en cabeza en nada. Aquí no hay nada que cuadre.” Y Dániel trataba durante horas de encontrar dónde estaba el fallo en el sistema. “Si los Hombres Puros somos los mejores, ¿cómo es que no tenemos los mejores indicadores?” . Después de muchas sesiones como esta, llegó a la conclusión de que para algo se había inventado la propaganda.
Cuando el sol se estaba poniendo, Dániel decide dar por finalizada la jornada. Hoy no tenía tampoco ningún compromiso para cenar. Subido en su coche oficial, de regreso a su residencia meditó para sí mismo “¡qué sería de Carloszree sin mis desvelos…!”.
(CONTINUARÁ)
Muy pronto el capítulo 7: De la conquista de los bárbaros.

martes, 22 de febrero de 2011

Capítulo 5. Un día en la vida de Dániel. (Primera parte)

Está en el Salón de la Coronación. Lleno a rebosar. Es un acto organizado por sus súbditos para rendirle pleitesía. Acaban de nombrarle “mejor investigador del Universo” en la revista Forbes y ha sido portada en el Times. Todos los rumores apuntan a que le van a dar el primer premio Nobel en Estocástica (la Fundación Nobel no ha tenido más remedio que crearlo a la vista de los acontecimientos).  Dániel, en un hecho sin precedentes, había publicado una serie de 12 papers, como autor único, en la revista Science. Extraordinario si tenemos en cuenta que Science no suele publicar trabajos de Estocástica. Sus estudios sobre la correlación múltiple en sistemas hipercomplejos y adaptados al mundo de la excelencia universitaria habían seducido al comité editorial de Science, de tal manera, que le rogaron no abandonara la revista. Su mayor hito fue la introducción del estocástico D (de Dániel) que permitía prever una significación con un 99,9999999999% de eficacia. RRRRRRRRRRRRIIIIIIIIIIIIIIIIIIIINNNNNNNNNNNNNGGGGGGGGGGGGGGG!!!!!!!!!!!.” ¡Por Hirsch!!!, ¡puto despertador!”, masculló Dániel, con el sueño tan bonito que estaba teniendo…
Dániel se levanta tremendamente temprano. Nada más levantarse se ducha y asea e inmediatamente después, antes de desayunar, adopta la posición de loto para entonar durante varios minutos sus mantras: “excelencia”, “paper”, “JCR”,… Después de un frugal desayuno, sin perder más tiempo, se sube a su coche oficial que le lleva directamente al salón del Reino en Geta. Mientras se acercaba a sus dominios, viendo el sol salir en el horizonte, se hizo la siguiente reflexión “¡como cunden las mañanas cuando se madruga!”
Salvo compromisos más importantes (reuniones, comités,…), Dániel comenzaba la jornada reuniéndose con sus dos esbirros de más confianza: Despuntado y Walthary. “Despuntado, ¿cómo están hoy los clanes?”, “Bien, Señor”, contestaba. “Whalthary, ¿Cómo vamos con el rodillo de Bolonia?”. “Bien, Señor”, contestaba ella. “Todo bajo control, y si alguien se desmanda que se vaya preparando”. Después, Daniel se conectaba a Universitas XXII y usando su potente interfaz de voz, preguntaba: “Espejito, espejito, ¿soy yo  el mejor investigador de mi reino?". Dániel ya conocía la respuesta, pero aun así insistía día tras día: “no mi Rey, tu no eres el mejor investigador del reino”. Y el sistema le preguntaba”¿Quieres saber quien es el investigador más importante del Reino?”, “¿Es un Hombre Puro?”, “No, mi rey”. “¡Entonces no quiero saberlo!” completaba Däniel golpeando el ordenador.
Después se concentraba en ver el noticiero Carloszree, una hoja de propaganda que dependía del ministerio del mismo nombre. “Por Hirsch, ¡otra vez ha pasado!”. Llamó a su secretaria y le dijo: “Ponme inmediatamente con la ministra de propaganda”. Cuando la interfecta está al aparato escucha: “¿No te he dicho mil veces que quiero noticias que ensalcen a los Hombres Puros?”, a lo que la ministra contestaba “Señor, de vez en cuando para disimular hay que poner algo de los Jurisconsultos o los Bárbaros”. “Bueno, por esta vez, que pase, pero ándate con ojo”.
Después llamaba a su ministro de pesquisa: “¿Me has traído la lista que te pedí?”. “Si, mi señor”. “¡Tráela!”. “A ver… ¡no puede ser!!!!!”. “¿Qué no puede ser, mi señor?”. “¡Que no puede ser que los veinte con el índice H más alto de la Universidad sean Bárbaros!”. “Pero mi Señor, lo hemos sacado directamente del Web of Science… por Hirsch”. “¡Pues nunca me traigas una lista así!, para mañana quiero los primeros 40, a ver si entra algún Hombre Puro”. Y después despedía al ministro de malas maneras.
Cuando no tenía una comida de trabajo, mandaba que le sirvieran un frugal refrigerio en su despacho. “La búsqueda de la excelencia no permite distracciones”, se decía a si mismo.
(CONTINUARA)

domingo, 20 de febrero de 2011

Capítulo 4. De la primera y casi única derrota (hasta hoy) de Dániel siendo rey.

En los primeros meses de su reinado Dániel, gobernó con mano firme extendiendo la única fé entre sus súbditos.  Controlaba y dominaba con mano férrea los Consejos del Reino, donde tenía una mayoría controlada y nadie osaba contradecir sus designios. Tras numerosas sesiones donde impuso su criterio sin el menor esfuerzo, confundió consenso con miedo, y envalentonado, decidió cambiar la Constitución del Reino para mejor conseguir sus fines. Pero en el Senado, donde debían discutirse los cambios constitucionales por una mayoría cualificada había sido elegido en la época de Gregorio I, y Dániel no contaba con dicha mayoría. Pero Dániel era orgulloso y después de pasearse por el Consejo del Reino sin ningún problema, presentó a la consideración del Senado los cambios constitucionales que él entendía como fundamentales para el futuro el Reino.
Pero como luego ocurriría muchas veces, los deseos de Dániel eran coincidentes con el pensamiento de los Hombres Puros, pero normalmente no agradaban a Jurisconsultos y Artistas. Y los bárbaros,… bueno, los bárbaros estaban siempre divididos guerreando entre ellos y no serían un problema. Despuntado, mucho más listo que su Rey, le recomendó que no se presentara en el Senado sin cocinar los asuntos, por lo menos, con los Jurisconsultos, muy hábiles en el manejo de la palabra, que podían ponerle en algún aprieto dialectico en la discusión de enmiendas. Pero Dániel iba sobrado: “Por Hirsch, Despuntado, si tengo razón, porqué voy a perder mi tiempo con esa partida de casposos”. Y así se presentó en el Senado.
Y ocurrió algo inusitado. Jurisconsultos y Bárbaros, viendo que los cambios propuestos por Dániel ibas a ser muy perjudiciales para todos, se aliaron. Dániel no daba crédito, pero eso ocurrió. Por primera y única vez, dos linajes totalmente incompatibles, unidos por una causa común. “No es posible lo que me está pasando” pensaba Dániel. “¿Porqué no me avisaste?” le preguntó a Despuntado. “Mi señor, te previne a tiempo, pero no me oíste”.  Pero Däniel no veía ni escuchaba. Perdería esa batalla, pero no la guerra. Al acabar la jornada volvió al salón del trono y se autofustigó la espalda con la edición en papel del último número de Nature hasta que casi se hizo sangre. Había perdido, pero aprendería de esta humillación.
Y Dániel aprendió. Y a partir de ese momento fue pasito a pasito comprando voluntades. Cercenando cualquier intento de sublevación. Acabando con cualquier incipiente conato de discordia en contra de su voluntad.
Nunca volvió a perder una votación en ningún órgano colegiado. Bueno, casi...

(CONTINUARÁ)

viernes, 18 de febrero de 2011

Capítulo 3. De la toma del poder.

Restañados los rasguños derivados de la Justa Electoral, Dániel se dispone a tomar el poder real. Y desde el salón del trono configura la lista de miembros que han de formar parte de su tabla redonda. De los asuntos del Reino, a Dániel le preocupaban especialmente dos: la configuración y financiación de los Clanes del Reino y el desarrollo de los nuevos programas de estudios de acuerdo con el esquema boloñés (moda recién llegada de allende los Pirineos y a la que Dániel encontró altamente interesante). Para ocuparse de los asuntos de los Clanes, Dániel nombró a su fiel escudero Despuntado. Él sabría pastorear bien los clanes de artistas, jurisconsultos o bárbaros, dado que además tenía una gran experiencia al haber realizado funciones similares en un pasado reciente. Pero había que buscar una mano férrea que se ocupara de imponer la moda boloñesa…
Dániel, como muchos Hombres Puros era fiel defensor de la Párida, regla que autobliga a repartir responsabilidades entre varones y hembras, independientemente de su valía profesional, y atendiendo sobre todo a la fidelidad ciega en el líder. Y recordó que en la Justa electoral recibió buenos apoyos de Clanes vinculados a su propio linaje, y especialmente de una Jefa local llamada Walthari, que significa "la que gobierna al pueblo". Ella sabrá imponer la moda boloñesa a todo el reino, les guste o no, voto a Hirsch.
Para el resto de puestos en la tabla redonda fue Dániel nombrando prohombres e hidalgos (y en estricto seguimiento de la Párida, promujeres e hidalgas) fieles a su propia figura y tratando de repartir posible influencia entre los distintos linajes del reino: artistas, algún jurisconsulto, bárbaros,… Entre los asuntos a dirimir por estos miembros de la tabla, estaban los temas de pesquisa (cuyo responsable lo único que tenía que hacer era imponer el paper como instrumento de medida de todo, ¡por Hirsch!), los asuntos internacionales (Chicago, Chicago, Chicago) y hasta nombró un virrey de Colmenalejos.
Al final de cada día de aquéllos históricos tiempos, Dániel, reunido consigo mismo, hacía recapitulación de los grandes avances a los que estaba empezando a conducir a su Reino. Avances que algún día le permitirían dormir tranquilo, cuando todo su pueblo profesara la fé única. Lo único que inquietaba a Dániel era que si al final todos eran excelentes, ¿cómo iba a poder diferenciar a los buenos de los malos?. ¿Quizás por el número de papers de primer cuartil?. ¿Quizás, voto a Hirsch, por el índice H?. Tendría que reflexionar y discutir consigo mismo este tema.
Pronto sus súbditos empezaron a notar el poder de Dániel, que se postraban a su paso. Dániel era implacable con las faltas de respeto, y cuentan que al poco de tomar posesión de su cetro, desterró a Colmenalejos  a un guardián de la puertas que no se levantó  a su paso, escarmiento que sirvió para acrecentar el temor entre sus súbditos. Ni siquiera Despuntado ni Walthari osaron nunca discutir las opiniones del líder, que acostumbraba a finalizar sus alocuciones con un “en el web of science creemos”, a lo que sus interlocutores, prestos, contestaban “publica pro nobis”. A veces, después de alguna situación de júbilo cambiaba la jaculatoria por un “por el paper hacia la excelencia” a lo que sus subditos sencillamente contestaban “amén”. 
Era tal la dedicación de Dániel por la búsqueda de la excelencia de su pueblo, que se dormía cada noche con su cerebro buyendo de listas, cuartiles, índices H, número de autores… de pronto despertaba sudoroso porque tenía la pesadilla de que todos sus papers, los suyos propios, habían pasado de forma misteriosa desde el JCR al Latindex, y eso le obligaba a humillarse en medio de todos los prohombres del linaje de Hombres Puros, que abominaban del Latindex. Durante meses tuvo esta pesadilla. Cuando esto le ocurría, para purificar su mente, entraba en la hoja de Science y mirando fijamente su factor de impacto, dejaba su mente en blanco repitiendo: “excelencia”, “excelencia”, “excelencia”,…
(CONTINUARÁ)

martes, 15 de febrero de 2011

Capítulo 2. De la justa electoral.

Convocada la Justa Electoral por Gregorio I, manifiestan su voluntad de presentarse en la lucha los Caballeros Dániel de Pena y Lucien Duplo, este último Delfín del Rey. Iba a ser una confrontación en todo lo alto, entre un Hombre Puro y un Jurisconsulto, dos formas totalmente distintas de entender el Reino. Y a priori una lucha un poco desigual, porque el Caballero Duplo parte con todo el apoyo del Rey. Cuando todo parece indicar que la lucha se iba a ceñir al territorio de Geta, el caballero bárbaro Joe de la Torre Blanca lanza el desafío a los dos caballeros de Geta.
La justa se pone interesante, porque si los bárbaros apoyaran de forma unánime al bárbaro aspirante, el resultado de la justa sería claro, pero una gran cantidad de caballeros bárbaros se someten a las promesas de poder que les llegan desde Geta y vendiendo sus tradiciones se disponen a traicionar a Torre Blanca, que cae en los primeros embates de la justa.
Dániel de Pena se reúne con sus secuaces para planificar el asalto final. “Muchachos, ha llegado el momento de imponer la Cultura Única”. Los secuaces, que le temen por sus prontos violentos cuando se le lleva la contraria, no se atreven a decirle que hay que ocultar la estrategia, porque en el Reino hay mucha gente a la que no le gusta la Cultura Única y nunca apoyarán un Rey que intente calzársela. Al final su caballero escudero conocido por el Despuntado se atreve a decirle: “Señor, será mejor que disimuléis que os interesa lo que os dicen; solo tenéis que escuchar. Cuando seáis Rey ya pondréis en marcha el Plan de extender la Cultura Única y verdadera y la Excelencia llegará a todos los rincones del reino”. No muy convencido, Dániel recapacita y decide hacerle caso. Y comienza a visitar de forma febril a todos los caballeros y simula escucharles con atención, tanto, que todos pensaban que los escuchaban con la idea de asumir compromisos. ¡Qué equivocados estaban!
Y llega el día clave. La justa final. Todo parecía que al final Lucién Duplo iba a vencer, pero en el último segundo, Dániel de Pena recibe el último apoyo y se proclama Daniel I de Carloszree, aunque en su corazón se sentía Dániel I de Geta. Al fin iba a poder adoctrinar a todo el reino con la Cultura Única, la excelencia el único mantra, el paper el único camino.
Se reunió con sus secuaces y uniendo sus manos en un círculo compartieron la siguiente oración:
Web of Science, que estás en la red,
JCR todo sea en tu nombre
Vengan a nosotros las citas
Índice hache según tu voluntad
Aquí en Geta como en Lega
El paper nuestro de cada día
Escríbenoslo hoy
Perdónanos nuestros errores
Así como nosotros perdonamos a nuestros referees
No nos dejes salir del ranking
Y líbranos del mal
Amén

Y senados todos en la posición de loto, entornando los ojos, repitieron durante horas: “excelencia”, “excelencia”, “excelencia”,…

(CONTINUARÁ)

sábado, 12 de febrero de 2011

Capítulo 1. Del reino Carloszree, sus tierras, sus linajes y castas.

Dániel de Pena, era un caballero que vivía en el Reino de Carloszree. Por aquel entonces el reino estaba gobernado por Gregorio I, a la sazón también caballero y prohombre del Reino, entre otras cosas porque fue decisivo en la formación del mismo. En habiéndose prolongado por muchos años el mandato de Gregorio I, y no gustando Dániel de los modos y formas de gobernar del rey, decidió acometer el asalto al poder, aprovechando que Gregorio, por mandato constitucional no podía seguir gobernando y debía convocar a los caballeros a una justa electoral para decidir un sucesor.
Carloszree, por aquel entonces, era un reino sumido en una profunda división entre sus habitantes. El principal medio de sustento del Reino era la enseñanza, siendo famosos sus profesores allende las fronteras del Reino, y capaces de atraer estudiantes de todos los sitios a sus dos territorios principales: Geta y Lega. Geta era la sede del palacio real y podría considerarse como la metrópoli principal. Allí vivían tres de las cuatro linajes que formaban parte del Reino, a saber: los Hombres Puros, los Jurisconsultos y los Artistas. En Lega vivía el cuarto linaje de Carloszree: los Bárbaros. En los cuatro linajes había, además, una división por castas: los caballeros (que eran nobles y tenían todos los derechos), los aprendices (si se esforzaban y eran solícitos con los caballeros, a lo mejor algún día podían llegar a ser caballeros, o en caso contrario ser expulsados del reino) y los artesanos (sirvientes que hacen que las cosas puedan funcionar). La casta de los caballeros tenía a su vez dos subcastas: los prohombres y los hidalgos. Solo un prohombre podía ser candidato a Rey. Además de los dos territorios del reino, en el reinado de Gregorio I se conquistó el condado de Colmena. Ningún grupo de los que habitaban Carloszree quería ir a Colmena, entre otras cosas porque estaba muy lejos de la metrópoli, por lo que se convirtió en el lugar donde se enviaba a los desterrados. Con el tiempo, y por culpa de los más maliciosos del reino, Colmena acabó siendo Colmenalejos.
Dániel de Pena era un Caballero prohombre. Pertenecía al linaje de Hombres Puros. Este linaje profesaba la religión de la Cultura Única y su mantra era “la excelencia” a través de un instrumento “el paper”. Periódicamente los Hombres Puros se reunían en asamblea y, poniendo los ojos en blanco repetían “excelencia”, “excelencia”, “excelencia”... Los Hombres Puros despreciaban a los Jurisconsultos e ignoraban a los Artistas. A los bárbaros les tenían algo de miedo, pero como estaban en Lega, no les preocupaba mucho.
Cuando se convocó la Justa electoral para decidir quién sería el próximo rey, Dániel de Pena sonrió y pensó: “Ha llegado el momento de instaurar el Pensamiento Único en el reino de Carloszree”.

(CONTINUARÁ)