lunes, 11 de julio de 2011

Capítulo 42: Las jornadas estivales sobre la excelencia.

Aproximándose la canícula estival, suelen organizarse en el Imperio eventos educativo-festivos en zonas de asueto, a veces en lugares próximos al mar para poder sofocar los rigores del calor al tiempo que se asiste a unas jornadas pseudoeducativas. Uno de los lugares más famosos para celebrar dichos saraos  es el Reino de Pelaious, en un lugar conocido como “el marco incomparable”, donde otrora el Prohombre Lucien Duplo reinó con todo esplendor. Es el marco incomparable muy apetecido por poderosos para pasar unos días de reposo, puesto que al tiempo de las distensiones derivadas del entorno bucólico, la presencia de otros poderosos siempre permite el arreglo de asuntos que en otro ambiente se torna más complejo.

Llegó a manos de Dániel una proclama de la Gran Ministra del Imperio para asuntos de Pesquisa e Innovación, donde se anuncia la celebración en el marco incomparable de unas jornadas sobre “Políticas para la excelencia científica en el Imperio”. Ansioso el Rey abrió la misiva. “Esta es la ocasión perfecta para codearme entre los grandes”, pensó Daniel mientras abría el pergamino. Para su sorpresa, no figuraba su nombre en ninguna de las justas programáticas establecidas para el encuentro. Según leía la proclama, la color le iba cambiando, primero desde el suave sonrosado al rojo carmesí, para acabar en verde furia. “¡Cómo es posible que El, Dániel, adalid de la excelencia ya no solo en Carloszree, sino en los territorios de la Bruja de la Esperanza, misionero del Gisier,  apóstol de Hirsch…!, ¡El, premiado como el Hombre Puro entre los Hombres Puros, Bárbaro del año,…! ¿Cómo habían tenido la desfachatez de no incluirle entre los Prohombres que iban a impartir doctrina sobre la Excelencia???”. Llamó inmediatamente a algunos de sus ministros para pedir explicaciones.
“A ver Chorches, ¿cómo es posible que desde tu ministerio no hayáis podido evitar este desastre?”

“Mi Rey, entre el panfleto semanal de propaganda y las tareas de protocolo a las que nos obliga tu omni-presencia en todos los actos públicos y algunos privados y tus permanentes viajes…”

“¡Calla! ¡Impía!, ¡que estás a punto de blasfemar!. El Rey es como Dios, que tiene que estar en todos los sitios. “A ver, Despuntado, Wallander, ¿vosotros sabíais algo de esto?”.
“No, Señor”, contestaron al unísono.

“Os estáis empezando a acomodar y cada día me servís peor”, les espetó Dániel. “Horda de inútiles”, masculló entre dientes. “Por cierto Wallander, ¿qué significa esta metáfora que pone aquí de “infraestructuras de pesquisa”?.
“Mi Rey, el Pueblo Bárbaro, para hacer pesquisa, necesita del soporte de infraestructuras”.

“Vaya estupidez” gruñó Dániel, “yo soy mucho más que excelente y solo necesito un ábaco rutinado”
“Lo sé mi Rey, pero es que vos sois un ser muy especial”

“Fuera de mi vista, inútiles, que cada vez me servís peor”
Y Dániel se quedó solo repitiendo “¿porqué?¿porqué?¿porqué?...

(CONTINUARÁ)

domingo, 3 de julio de 2011

Capítulo 41: Carta a Dániel de Ilota, el Paria

Su excelencia (por Rey), Su reverencia (por Semidios), Dániel:

Yo quiero ser como un Hombre Puro. Vamos que como aquel “hombre de color” que cuando llegó a una Universidad y le preguntaron que qué rama quería estudiar y contestó: “yo no quiero una rama, quiero un pupitre, como los blancos”. Pues eso, que yo quiero que me traten y me den las mismas oportunidades que a un Hombre Puro.

Los Prohombres Puros, prácticamente no dan clases. Para eso tienen aprendices que tienen que ganarse el puesto, y sobre todo numerosos “enseñantes coligados” que les cubren su “carga” didáctica.  Para un Prohombre Puro el cronograma no supone una pesadilla, porque tiene muchos esbirros que le liberan de semejante estigma boloñés. Solo imparte enseñanzas magistrales y la moda boloñesa está hecha a su medida. En todas las castas, la relación entre Prohombres e Hidalgos respecto a “enseñantes coligados” tiene unos límites. En las castas de Hombres Puros, no existe límite y eso tiene dos consecuencias. La primera es que como la contratación de “enseñantes coligados” es de muy pocos “danieles de vellón”, por muy poco dinero, la casta se libera prácticamente de la instrucción. La segunda, es que con el dinero que se ahorra, la casta se puede permitir el lujo de repartir cuantiosos premios que ellos llaman incentivos  (Premium en algunos casos). Curiosamente los criterios para conseguir esos premios son los mismos que los que establece el Reino (Carloszree) con carácter general. Por tanto por el mismo esfuerzo consiguen el Gallifante del Estado, el complemento de la Bruja,  el premio de la casta y los premios de Carloszree. Por tanto un Prohombre Puro, además de tener mucho más tiempo para hacer lo que ellos llaman “investigar”, tienen mucha más recompensa por cualquier cosa que hagan en ese ámbito. Cuatro pájaros de un tiro. Si se es un joven (de menos de 45 años, o incluso más si se ha pasado algún embarazo) “hopu” además se puede embolsar, por lo mismo, un cuantioso botín del consejo asesor del reino (que no olvidemos está pastoreado por una Hidalga Pura). Cinco pájaros de un tiro.

Para hacer lo que ellos llaman “investigación”, los Hombres Puros prácticamente no necesitan infraestructuras. Una buena biblioteca (que les proporciona gratis el reino). Unos pocos aprendices (que también se financian con becas dotadas a los llamados “master de vellón”). Un buen ábaco con buenas rutinas de cálculo… Todo se lo pone el Reino.  Y no solo eso, sino que cualquier Hombre Puro puede hacer lo que ellos llaman “investigación” en cualquier sitio donde alguien les ponga un ábaco bien rutinado por lo que lo que ellos llaman “movilidad” es algo sencillo y, desde luego, no dependiente del lugar.

Yo soy un paria frente a todos estos privilegios. También soy Prohombre, pero en mi casta los aprendices no tienen tiempo para impartir doctrina. Y el Ministro Despuntado (del cual depende la contratación de “enseñantes coligados” desde hace décadas), no le permite a mi casta pasar de lo que él llama ratios. Por tanto una parte importante de mi tiempo lo dedico a elaborar cronogramas, organizar la doctrina, impartir lecciones, corregir estudios,… Y el maldito cronograma casi no me permite moverme de Carloszree. Y tengo mucho menos tiempo para lo que yo llamo “investigación”. En mi casta, llamamos “investigación” a una actividad que se rige por una norma que estableció hace siglos un Prohombre del reino de Italia llamado Galileo. La norma se llama “método científico” (los Hombres Puros no saben nada de este asunto). Para investigar tenemos que hacer una cosa que se llama “experiencia”. Para ello necesitamos dispositivos, material consumible, aprendices que manejen los dispositivos (por eso no tienen mucho tiempo para otras cosas),… Y todo esto cuesta muchos daniéles de vellón, que no nos da el Reino. Yo quiero que el reino me provea de lo que necesito para “investigar”, igual que hace con los Hombres Puros. Y el Reino me dice a través de sus ministros que bastante hace con darme una biblioteca, un ábaco,… Como todo lo que necesito para “investigar” cuesta una fortuna y el Reino no me lo provee, dedico una gran parte de mi tiempo en buscar ese dinero, pero el Reino no me considera ese esfuerzo en los incentivos.  En mi casta siempre me han valorado esto, pero en Carloszree esto no vale para nada, sino para poder sobrevivir con cierta dignidad. Yo quiero poder investigar como un Hombre Puro: se cogen unos datos (que genera otro), se meten en un abaco rutinado, comparo los resultados con los de mis colegas y escribo un trabajo, que luego se publica en el gisier. Como yo haga eso en las listas del gisier de mi casta, al editor a lo mejor le da un ataque de risa. Y qué decir de la movilidad: solo puedo ir a determinados sitios, y la mayoría de las veces solo si me comprometo a pagar por adelantado el uso de dispositivos.

Yo necesito un esfuerzo diez veces superior al de un Hopu para generar un trabajo digno del gisier (no solo tengo que hacer el trabajo, sino generar los medios que permiten hacerlo), tengo diez veces menos de tiempo y ayuda y encima, si me descuido, se me llama casposo.

Excelencia, reverencia, yo no quiero ser un paria. Yo quiero ser como un Hopu. Que el Reino ponga a mi disposición por lo menos tres “enseñantes coligados” y dos aprendices a mi servicio. Que el reino me compre los dispositivos que necesito para lo que yo entiendo es hacer “investigación”, y que va mucho más allá de lo que hacen los hopus. Y tantas y tantas cosas que me recuerdan que no somos iguales. Yo quiero un pupitre, como los blancos.

A su servicio,

Ilota, el Paria.

(CONTINUARÁ)